Cánovas : 02
Cánovas Capítulo II de Benito Pérez Galdós En el tercer entreacto de Aída, Leonarda, coincidiendo con mi excelsa Madre, me aconsejó que me pusiese a tono con la situación que se veía venir. Don Alfonso estaba en puerta, aunque otra cosa pensasen los cándidos provisionales y los que creyéndose listos andan a tientas por las obscuridades de la vida. Al Gobierno de Sagasta no le llegaba la camisa al cuerpo y se defendía deportando a Filipinas a todos los que juzgaba sospechosos. Sospechoso era el país entero, que pedía orden y paz, metiendo de una vez en cintura a los malditos carcas y a los insurgentes de Cuba. A tan atinadas observaciones, que mi amiga expresaba en lenguaje más llano del que yo uso, agregó luego estos familiares consejos, inspirados en un claro sentido de la realidad: «Cuídate ahora de la buena ropa, porque se ha concluido el reinado de los cursis y de la pobretería. Arrímate a Cánovas, que es el hombre de mañana, y si no tienes medios para...
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