XIII. Desengaños, ingratitudes y conspiraciones
DESPUÉS de haber dominado, con sus excepcionales condiciones de estratega y de organizador militar, obstáculos de todo género, había llegado San Martín al Perú, cargado de gloria y con el merecido prestigio de libertador de la Argentina y de Chile, siendo nombrado Protector del Perú. Ya en el Perú, San Martín aprecia, con una clara visión a la vez de político y de militar, la importancia, desde el punto de vista moral, de apoderarse de Lima, y, de otra parte, la existencia todavía de un importante núcleo del ejército español que no había sido vencido aún y que debía ser considerado con una especial atención, con tanto mayor motivo cuanto que sólo podía oponerle un ejército heterogéneo, minado por las enfermedades, especialmente por la fiebre amarilla. Teniendo esto en cuenta, sus medidas fueron, en un principio, meramente expectantes, no queriendo comprometerse en una batalla que hubiese podido resultar funesta para la suerte de su campaña libertadora y...
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