Viaje al centro de la Tierra: Capítulo 17
Viaje al centro de la Tierra Capítulo 17 de Julio Verne Comenzaba el verdadero viaje. Hasta entonces, las fatigas habían sido mayores que las dificultades; ahora éstas iban verdaderamente a nacer a cada paso. Aún no había osado hundir mi investigadora mirada en aquel pozo insondable en que me iba a sepultar. Había llegado el momento. Todavía estaba a tiempo de decidirme a tomar parte en la empresa o renunciar a intentarla. Pero sentí vergüenza de retroceder delante del cazador. Hans aceptaba con tal tranquilidad la aventura, con tal indiferencia, con tan perfecto desprecio de todo lo que significase un peligro, que me abochornaba la idea de ser menos arrojado que él. Si me hubiese hallado solo, habría recurrido a la serie de los grandes argumentos; pero, en presencia del guía, no desplegué mis labios. Envié un cariñoso recuerdo a mi bella curlandesa, y se acercó a la chimenea central. Ya he dicho que medía cien pies de diámetro, o trescientos pies de...
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