Viaje al centro de la Tierra: Capítulo 13
Viaje al centro de la Tierra Capítulo 13 de Julio Verne Ya era hora de que fuese de noche: pero en el paralelo 65°, la claridad diurna de las regiones polares no debía causarme asombro: en Islandia no se pone el sol durante los meses de junio y julio. La temperatura, no obstante, había descendido; sentía frío, y, sobre todo, hambre. ¡Bien haya el böer que abrió para recibirnos sus hospitalarias puertas! Era la mansión de un labriego, pero, por lo que a la hospitalidad se refiere, no le iba en zaga a ningún palacio real. A nuestra llegada vino el dueño a tendernos la mano, y, sin más ceremonias, nos hizo señas para que le siguiésemos. Y le seguimos, en efecto, cada vez que acompañarle hubiera sido imposible. Un corredor largo, estrecho y oscuro daba acceso a esta cabaña, construida con maderos apenas labrados, y permitía llegar a todas sus habitaciones, que eran cuatro: la cocina, el taller de tejidos, la badstofa, alcoba de la familia, y la destinada a los...
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