Vergara : 23
Vergara Capítulo XXIII de Benito Pérez Galdós «Ya voy entendiéndole, señor -dijo Pertusa, cuya grande agudeza sorprendía los pensamientos del caballero-. Lo que usted quiere saber ahora es si podremos hacer un reconocimiento del interior de la casa, de sus entradas y salidas, de los espacios y rincones de la huerta delantera y del corral; todo ello desde alguna de las casas próximas. Si tal es su deseo, le diré que, dejando pasar la noche, podremos observar cuanto nos diere la gana por esta parte de acá... Véngase... deme la mano... saltemos este pedazo de pared destruido... por esta otra parte hay una casita, que también tiene huerta. ¿La ve? Un tejado con abolladuras, y bajo el alero un balcón jorobado y un ventanico tuerto. Pues aquí se albergan dos señoras petisecas que hace treinta años eran poderosas y ahora viven de la caridad... Son amigas mías, furibundas apostólicas, que adoran a D. Carlos y le ponen velas... ¿Pero esto qué importa? Mañana...
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