Romeo y Julieta: 4 (Otelo; Romeo y Julieta; Hamlet; El Rey Lear; Macbeth. Antología)

I- Entran FRAY LORENZO y el Conde PARIS.

FRAY LORENZO
¿El jueves, señor? Eso es muy pronto.

PARIS
Así lo quiere mi suegro Capuleto
y yo no me inclino a frenar su prisa.

FRAY LORENZO
¿Decís que no sabéis lo que ella piensa?
Esto es muy irregular y no me gusta.

PARIS
Llora sin cesar la muerte de Tebaldo
y por eso de amor he hablado poco.
Venus no sonríe en la casa del dolor.
Señor, su padre juzga peligroso
que su pena llegue a dominarla
y, en su prudencia, apresura nuestra boda
por contener el torrente de sus lágrimas,
a las que ella es tan propensa si está sola
y que puede evitar la compañía.
Ahora ya sabéis la razón de la premura.

FRAY LORENZO
[aparte] Ojalá no supiera por qué hay que frenarla.
-Mirad, señor: la dama viene a mi celda.
Entra JULIETA.

PARIS
Bien hallada, mi dama y esposa.

JULIETA
Señor, eso será cuando pueda ser esposa.

PARIS
Ese "pueda ser" ha de ser el jueves, mi amor.

JULIETA
Lo que ha de ser, será.

FRAY LORENZO
Un dicho muy cierto.

PARIS
¿Venís a confesaros con el padre?

JULIETA
Si contestase, me confesaría con vos.

PARIS
No podéis negarle que me amáis.

JULIETA
Voy a confesaros que le amo.

PARIS
También confesaréis que me amáis.

JULIETA
Si lo hago, valdrá más por ser dicho
a vuestras espaldas que a la cara.

PARIS
Pobre, no estropeéis vuestra cara con el llanto.

JULIETA
La victoria del llanto es bien pequeña:
antes de dañarla, mi cara valía poco.

PARIS
Decir eso la daña más que vuestro llanto.

JULIETA
Señor, lo que es cierto no es calumnia,
y lo que he dicho, me lo he dicho a la cara.

PARIS
Esa cara es mía y vos la calumniáis.

JULIETA
Tal vez, porque mía ya no es.-Padre,
¿estáis desocupado
u os veo tras la misa vespertina?

FRAY LORENZO
Estoy desocupado, mi apenada hija.-Señor,
os rogaré que nos dejéis a solas.

PARIS
Dios me guarde de turbar la devoción.-Julieta,
os despertaré el jueves bien temprano.
Adiós hasta entonces y guardad mi santo beso.
Sale.

JULIETA
¡Ah, cerrad la puerta y llorad conmigo!
No queda esperanza, ni cura, ni ayuda.

FRAY LORENZO
Ah, Julieta, conozco bien tu pena;
me tiene dominada la razón.
Sé que el jueves tienes que casarte
con el conde, y que no se aplazará.

JULIETA
Padre, no me digáis que lo sabéis
sin decirme también cómo impedirlo.
Si, en vuestra prudencia, no me dais auxilio,
aprobad mi decisión y yo al instante
con este cuchillo pondré remedio a todo esto.
Dios unió mi corazón y el de Romeo,
vos nuestras manos y, antes que esta mano,
sellada con la suya, sea el sello de otro enlace
o este corazón se entregue a otro
con perfidia, esto acabará con ambos.
Así que, desde vuestra edad y experiencia,
dadme ya consejo, pues, si no, mirad,
este cuchillo será el árbitro que medie
entre mi angustia y mi persona con una decisión
que ni vuestra autoridad ni vuestro arte
han sabido alcanzar honrosamente.
Tardáis en hablar, y yo la muerte anhelo
si vuestra respuesta no me da un remedio.

FRAY LORENZO
¡Alto, hija! Veo un destello de esperanza,
mas requiere una acción tan peligrosa
como el caso que se trata de evitar.
Si, por no unirte al Conde Paris, tienes
fuerza de voluntad para matarte,
seguramente podrás acometer
algo afín a la muerte y evitar este oprobio,
pues por él la muerte has afrontado.
Si tú te atreves, yo te daré el remedio.

JULIETA
Antes que casarme con Paris, decidme
que salte desde las almenas de esa torre,
que pasee por sendas de ladrones, o que ande
donde viven las serpientes; encadenadme
con osos feroces o metedme de noche en un osario,
enterrada bajo huesos que crepiten,
miembros malolientes, calaveras sin mandíbula;
decidme que me esconda en un sepulcro,
en la mortaja de un recién enterrado...
Todo lo que me ha hecho temblar con sólo oírlo
pienso hacerlo sin duda ni temor
por seguir siéndole fiel a mi amado.

FRAY LORENZO
Entonces vete a casa, ponte alegre y di
que te casarás con Paris. Mañana es miércoles:
por la noche procura dormir sola;
no dejes que el ama duerma en tu aposento.
Cuando te hayas acostado, bébete
el licor destilado de este frasco.
Al punto recorrerá todas tus venas
un humor frío y soñoliento; el pulso
no podrá detenerlo y cesará;
ni aliento ni calor darán fe de que vives;
las rosas de tus labios y mejillas
serán pálida ceniza; tus párpados caerán
cual si la muerte cerrase el día de la vida;
tus miembros, privados de todo movimiento,
estarán más fríos y yertos que la muerte.
Y así quedarás cuarenta y dos horas
como efigie pasajera de la muerte,
para despertar como de un grato sueño.
Cuando por la mañana llegue el novio
para levantarte de tu lecho, estarás muerta.
Entonces, según los usos del país,
con tus mejores galas, en un féretro abierto,
serás llevada al viejo panteón
donde yacen los difuntos Capuletos.
Entre tanto, y mientras no despiertes,
por carta haré saber a Romeo nuestro plan
para que venga; él y yo asistiremos
a tu despertar, y esa misma noche
Romeo podrá llevarte a Mantua.
Esto te salvará de la deshonra,
si no hay veleidad ni miedo femenil
que frene tu valor al emprenderlo.

JULIETA
¡Dádmelo, dádmelo! No me habléis de miedo.

FRAY LORENZO
Bueno, vete. Sé firme, y suerte
en tu propósito. Ahora mismo mando un fraile
a Mantua con carta para tu marido.

JULIETA
Amor me dé fuerza, y ella me dé auxilio.
Adiós, buen padre.
Salen.

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