Rojo y negro: Capítulo V
Rojo y negro de Stendhal Una negociación Cunctando restituit rem. ENIO -¡Contesta sin mentir, perro inútil!- repitió Sorel-. ¿De qué conoces tú a la señora de Rênal? ¿Dónde la has visto? ¿Cuándo has hablado con ella? -Nunca hablé con ella- contestó Julián-, y en cuanto a conocerla, sólo en la iglesia la he visto alguna vez. -¡Pero la has mirado, villano desvergonzado! -¡Jamás! Sabe usted que en la iglesia no veo más que a Dios- replicó el joven con cierto aire de hipocresía, muy conveniente, a su juicio, para alejar la tormenta de palos que temía que descargase sobre su desmedrado cuerpo. -¡Algo hay que no veo claro... aunque ya sé que no me lo dirás, maldito hipócrita! De todas suertes, voy a verme libre de tu inutilidad, con lo que saldremos ganando la serrería y yo. Si no has mirado a esa mujer, habrás conquistado al cura o a otra persona, que te han buscado una colocación que no mereces. Vete a hacer tu hatillo, que he de llevarte a la...
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