Quinto Libro de La Galatea: 38
No cantó más Lauso, aunque bastó lo que cantado había para poner admiración en los presentes; que, como todos sabían que el día antes estaba tan enamorado y tan contento de estarlo, maravillábales verle en tan pequeño espacio de tiempo tan mudado y tan otro del que solía. Y, considerando bien esto, su amigo Tirsi le dijo: -No sé si te dé el parabién, amigo Lauso, del bien en tan breves horas alcanzado, porque temo que no debe de ser tan firme y seguro como tú imaginas; pero todavía me huelgo de que goces, aunque sea pequeño espacio, del gusto que acarrea al alma la libertad alcanzada, pues podría ser que, conosciendo agora en lo que se debe estimar, aunque tornases de nuevo a las rotas cadenas y lazos, hicieses más fuerza para romperlos, atraído de la dulzura y regalo que goza un libre entendimiento y una voluntad desapasionada. -No tengas temor alguno, discreto Tirsi -respondió Lauso-, que ninguna otra nueva asechanza sea bastante a que yo torne a poner los pies...
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