Mendizábal : 22
Mendizábal : 22 de Benito Pérez Galdós Todos los biógrafos del insigne Milagro están acordes en afirmar que al salir este de casa de la Zahón para dirigirse con inseguro paso a la suya, quitose el sombrero y con él se abanicó, ávido de frescura y de bañar en aire limpio sus sienes abrasadas, su cráneo sudoroso. Y añaden que con el aire y el ejercicio se le aclararon de tal modo las entendederas, que al atravesar la plazuela de Provincia, camino de la Concepción Jerónima, donde vivía, empezó a sentir en su conciencia la garrafal tontería que a propósito del señorito Calpena se había dejado decir, bajo la acción tóxica del nunca bastante maldecido curaçao... «¿Pero he dicho yo esa barbaridad, Señor? -pensaba, parándose y mirando al cielo-. ¿Lo habré soñado?... No, no; lo he dicho... aún me parece que estoy oyendo cuando solté el...
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