Los dos soles de Toledo
Los dos soles de Toledo de Alonso de Alcalá y Herrera Sobre eminente sitio, sublime puesto y delicioso trono, entorno y círculo vistoso de soberbios y lisonjeros montes; por lo excelso, con el portentoso imperio de todos ellos, si no de todo el orbe, perpetuo Príncipe se engríe y supremo Rey se constituye el nobilísimo, el insigne, el invencible siempre cívico monte de Toledo, metrópoli de todo el ínclito reino, de su noble ilustre corte y opulento solio un tiempo de felicísimos Reyes; glorioso siempre no sólo por quien le dio principio que fue (como quieren doctos escritores) cierto Ferrecio, insigne griego o, como escriben otros, el invencible Hércules Lívico y ciertos griegos robustos y fortísimos de su lucido ejército. Pero por sus ilustres trofeos y por los excesivos honores con que se enriquece, como son el perfectísimo temple de su cielo y suelo, sus gustosísimos frutos, su honorífico y suntuoso templo, diócesis insigne de los iberios por su Regente...
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