Las mil y una noches:45
Las mil y una noches Relato del médico judío de Anónimo La cosa más extraordinaria que me ocurrió en mi juventud es precisamente esta que vais a oír, ¡oh mis señores llenos de cualidades! Estudiaba entonces medicina y ciencias en la ciudad de Damasco. Y cuando tuve bien aprendida mi profesión, empecé a ejercerla y a ganarme la vida. Pero un día entre los días, cierto esclavo del gobernador de Damasco vino a mi casa, y diciéndome que le acompañase, me llevó al palacio del gobernador. Y allí, en medio de una gran sala, vi un lecho de mármol chapeado de oro. En este lecho estaba echado y enfermo un hijo de Adán. Era un joven tan hermoso, que no se habría encontrado otro como él entre todos los de su tiempo. Me acerqué a su cabecera, y le deseé pronta curación y completa salud. Pero él sólo me contestó haciéndome una seña con los ojos. Y yo le dije: "¡Oh mi señor, dame la mano!" Y él me alargó la mano izquierda, lo cual me asombró mucho,...
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