Lágrimas: 16
Capítulo XV 16 Pág. 16 de 31 Lágrimas Fernán Caballero OCTUBRE 1846. Paseaban los amigos extremeños por el Duque, cuando vieron descollar por cima del apiñado gentío una cabeza pequeña con una cara de filo, dotada de una nariz larga, ojos pequeños, negros, melancólicos y distraídos, aunque de cuando en cuando lanzaban una penetrante, desconfiada y hostil mirada, como el apagado volcán entre su opaco y monótono humo echa a veces una llamarada. Vestía con pésimo gusto chaleco y pantalón de tremendos cuadros y furiosos colores, y un gabán blancuzco, que parecía un traje talar. Un sombrero húngaro, republicano o a la Montalbán, de igual color, que cubría su jefe, como llaman con razón los franceses a sus cabezas, hacía aparecer más morena su cara. Unos grandes bigotes que parecían colgar de las narices, acababan de poner un sello de actualidad ridícula a ese personaje. Era este nuestro amigo Tiburcio, el que después de un año de residencia en...
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