La tentación

La tentación de Fernán Caballero Había un Obispo que era muy amante y devoto de San Andrés, y más que a otra virtud alguna, afecto a la castidad. El Demonio, a quien Dios le quitó el poder pero no el saber, por tal de perder aquella alma justa y pura, tomó el cuerpo de una hermosa princesa mora, que se fue hecha un mar de lágrimas a buscar al piadoso Obispo, y le contó como quería ser cristiana y tomar hábito en un convento, y que sus padres no querían, teniéndola avasallada, y queriéndola casar con otro moro fiero. El buen Obispo se compadeció mucho de ella, la hospedó en su palacio, llamó a otros sacerdotes sabios, para que, instruida cuanto antes en la doctrina cristiana, entrase, cual deseaba, en un convento. Cuando le tocaba al Obispo la plática, aquella mujer se ponía cada vez más hermosa, y resplandecía como un sol, tratando de mudar el tema, y de hablar de cosas mundanas y de amores, con tal maña y liviandad, que el pobre Obispo sentía su corazón...

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