La república -Libro V
I. -Tal es, pues, la clase de ciudad y de constitución que yo califico de buena y recta y tal la clase de hombre; ahora bien, si éste es bueno, serán malos y viciosos los demás tipos de organización política o de disposición del carácter de las almas individuales, pudiendo esta su maldad revestir cuatro formas distintas. -¿Cuáles son esas formas? -preguntó. Y yo iba a enumerarlas una por una, según el orden en que me parecían nacer unas de otras, cuando Polemarco, que estaba sentado algo lejos de Adimanto, extendió el brazo, y cogiéndole de la parte superior del manto, por junto al hombro, lo atrajo a sí e, inclinado hacia él, le dijo al oído unas palabras de las que no pudimos entender más que lo siguiente: -¿Lo dejamos entonces o qué hacemos? -De ningún modo -respondió Adimanto hablando ya en voz alta. Entonces yo: -¿Qué es eso -pregunté- que no vais a dejar vosotros? -A ti -contestó. -Pero ¿por qué razón? -pregunté. -Nos parece -contestó- que...
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