La Montálvez: I-02
La Montálvez-Parte I: Capítulo II de José María de Pereda Bien poco trabajo le costó hacerse a la vida y costumbres de colegiala. Parte de esta fortuna se la debía a las condiciones de su carácter acomodadizo y placentero; algo al no muy estimulante recuerdo de su perdida libertad, y el reto a la feliz circunstancia de no haberse visto un solo día verdaderamente aislada en aquel hervidero de chicuelas de todas castas, edades, temperamentos y naciones. La fuerza de la atracción, por imperio de la necesidad, arrastra, en tales casos, lo que flota indeciso y como al azar, hacia su centro apetecido. Por eso, no bien hubo llegado al colegio, cuando ya conocía de vista a todas las españolas que había en él; en seguida formó entre las de su edad; luego dio la preferencia a las madrileñas, y acabó por intimar con las que, de éstas, pertenecían a su jerarquía social. Así conoció a Leticia Espinosa y a Sagrario Miralta, vástagos ambas de la más encumbrada...
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