La lucha por la vida II: 055
none Pág. 055 de 121 La lucha por la vida II Segunda parte Pío Baroja La hidrópica sobrellevaba sus desdichas con resignación extraordinaria. Se cebó la desgracia en ella y fue cayendo y cayendo hasta llegar a aquella situación tan triste. No encontró una mano amiga, y sus únicos favorecedores fueron un carnicero y su mujer, antiguos criados de su casa, a quienes había ayudado a establecerse en mejores épocas. La carnicera, que además era prestamista, solfa comprar en el Rastro mantones y pañuelos de Manila, y cuando tenían algo que zurcir o arreglar, se los llevaba a la hija de la hidrópica para que los compusiera. Esto, la antigua criada se lo pagaba a la hija de sus amos con un montón de huesos, y a veces, cuando quedaba satisfecha de su trabajo, le daba las sobras de su comida. -¡Moler con la generosidad de la carnicera! -dijo el albañil, que escuchaba la narración de la vecina. -También la gente del pueblo -repuso Jesús en broma, recordando...
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