La libreta
La libreta
de Godofredo Daireaux
La pulpería de don Juan Antonio Martínez, poéticamente denominada por su dueño: «La Nueva Esperanza», quizá en homenaje a anteriores descalabros, era la más acreditada de todas las casas de negocio brotadas a veinte leguas alrededor.
Muchos eran los bolicheros, y bastantes también los comerciantes de regular capital, que se habían gastado las uñas en la infecunda tarea de hacerle competencia. Don Juan Antonio, regordetón y risueño, hijo de las costas cantábricas, se reía de esos inútiles esfuerzos, conteniendo con admirable diplomacia a los clientes buenos que hubieran podido tener veleidades de saldar definitivamente sus cuentas, y dejando irse sin un gesto, a los clientes dudosos a quienes La Verde de Espinosa, o La Blanca; de Lissagaray, o La Colorada de Fulánez ofrecían libreta...
¡Tener libreta!, es decir, cuenta abierta en la casa de negocio; poder -sin dar un peso en efectivo, durante todo el año, de esquila a esquila-...
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