La Divina Comedia: El Purgatorio: Canto VI
La Divina Comedia El Purgatorio: Canto VI de Dante Alighieri Cuando termina el juego de la zara, el perdedor queda doliente, recordando lances, y triste aprende; con el otro se va toda la gente; uno marcha adelante, otro de atrás lo prende, y otro de lado en él quiere que piense; él no se para, y a éste y a otro escucha, al que tendió la mano, ese ya no molesta; y así de la pandilla se defiende. Tal estaba yo entre aquella turba espesa, volviendo a ellos, aquí y allá, la cara, y, prometiendo, me libraba de ella. Allí estaba el Aretino que por los brazos crueles de Ghin de Tacco halló la muerte, y el otro que se ahogó yendo de caza. Allí oraba con abiertos brazos, Federico Novello, y aquel de Pisa que mostró el valor del buen Marzuco. Vi al conde Orso y al alma separada de su cuerpo por rencor y por envidia, como él decía, y no por culpa cometida; a Pedro de la Brocha nombro; y que prevenga, mientras está de acá, la dama de Brabante, de modo que no sea...
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