La de Bringas: 46
XLVI(La de Bringas) de Benito Pérez Galdós ¡Qué descansada se quedó cuando lo dijo! Parecía que el gran peso que en su pecho tenía se aligeraba. Refugio la oyó con calma, no pareciendo sorprendida. Después hizo con la boca unos mimos muy particulares. Su contestación no tardó mucho. -Le diré a usted...: dinero tengo, pero no sé si podré disponer de él. Me traerán mañana unas cuentas muy gordas... Mirábala a los ojos con impertinente fijeza. Rosalía hubiera deseado que no la mirase tanto y que le diese pronto el dinero. Después de una pausa en que Refugio parecía hacer estudios de cálculo en el entrecejo de la Bringas, tornó a decir: -Lo que es el dinero... lo tengo, vea usted. Revolvió un cajoncillo que parecía costurero, y del fondo de él sacó un puñado de cosas. Eran trapos, hilos desmadejados y billetes de Banco, formando todo una masa. -Vea usted..., no me falta. Pero... A Rosalía se le encendieron los espíritus cuando vio los billetes. Pero se le...
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