Juvenilia - Capítulo 36
Juvenilia - Capítulo 36 de Miguel Cané ¡Ah!, he aquí el cuarto de Eyzaguirre, aquel informe maremagnum del que éramos pilotos expertos. En esa ventana asamos una noche memorable las aves robadas en el corral de la despensa, aves sagradas para nosotros, y que jamás figuraron en la mesa del refectorio; allí el salón de los exámenes escritos, donde algunos jóvenes valerosos entraban llevando el enorme Ganot distribuido por capítulos en todo el cuerpo, y conociendo la topografía del terreno como César los campos de Munda; la fuente me saluda, la fuente pico recto, la fuente que era necesario conquistar a puñetazos, porque el compañero que esperaba, interrumpía a menudo la absorción haciéndola intermitente, por medio de la broma llamada del ternero mamón; aquí un condiscípulo querido de todos nosotros, que temíamos no pasara en el examen escrito, nos dio una minuciosa explicación de cómo había repartido sus fuerzas para el combate; en la nuca, entre camisa y...
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