Juvenilia - Capítulo 31
Juvenilia - Capítulo 31 de Miguel Cané Pero la juventud venía y con ella todas las aspiraciones indefinibles. La música me cautiva profundamente. Recuerdo las largas tardes pasadas mirando tristemente las rejas de nuestras ventanas que daban a la libertad, a lo desconocido, y oyendo a Alejandro Quiroga tocar en la guitarra la vidalitas del interior, los tristes y monótonos cantos de la campaña y las pocas piezas de música culta que conocía. Aún hoy me pasa algo curioso que en ciertos momento me lleva irresistiblemente a aquellos tiempos. Una tarde, Alejandro se puso a tocar, sentado en su cama, una marcha lenta y plañidera, pero de un ritmo marcado y cariñoso al oído. Yo me había colocado en el borde de la ventana, aprovechando la última luz del día, para continuar la lectura de la Conquista de Granada, de Florián, que me tenía encantado. Había llegado en ese instante al momento en que Boabdil se despide con los ojos arrasados en lágrimas, desde lo alto de una...
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