Juvenilia - Capítulo 2
Juvenilia - Capítulo 2 de Miguel Cané El segundo obstáculo insuperable fue la comida, invariable, igual, constante. En los primeros tiempos, apenas entrábamos al refectorio, un alumno trepaba a una especie de púlpito , y así que atacábamos la sopa, comenzaba con voz gangosa a leernos una vida de santo, o una biografía de la Galería Histórica Argentina, siendo para nosotros obligatorio el silencio y, por tanto, el fastidio. No puedo vencer el deseo de dar una idea sucinta del menú; lo tengo fijo, grabado en el estómago y el olfato. Dentro de un líquido incoloro, vago, misterioso , algo como aquellos caldos precipitados que las brujas de la Edad Medía hacían a media noche al pie de una horca con un racimo, para beberlo antes de ir al sabbat, navegaban audazmente algunos largos y pálidos fideos. Un mes llevé estadística: había atrapado tres en treinta días , y eso que estaba en excelentes relaciones con el "grande" que servía, médico y diputado hoy, el Dr. Luis...
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