Infanticida: 7
Infanticida Capítulo VII de Joaquín Dicenta Restablecida de una fiebre que la tuvo en trance de morir, pasó Hortensia a la cárcel. En ella aguardó, abandonada totalmente de su familia y de su mundo, la hora del juicio de los hombres. Los Méndez-Urda renegaban en absoluto del vástago podrido que trajo la deshonra a su hogar. La compasión de una parienta que sin visitarla, está claro, fue menos cruel, atendía los gastos materiales de Hortensia. Su hermano menor fue un día, un solo día, para preguntarle el nombre del amante, del burlador de su honra. Al menos se cobraría en él. Hortensia calló. ¿A qué denunciar a Pedrañera? Repugnábale manifestar que se había entregado a un hombre tan vil. Además, ¿qué importaba el hombre? Una sola visita recibió, para consuelo de su espíritu: Julia, su antigua compañera en el Sagrado Corazón de Jesús. -¡Pobre! ¡Pobre! -exclamaba Julia acariciando fraternalmente a Hortensia-. ¡Desventurada niña! Todos los...
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