Infanticida: 5
Infanticida Capítulo V de Joaquín Dicenta El abandono del marqués fue para Hortensia como un mazazo en pleno espíritu. Durante un mes vivió aplastada, embrutecida, sin darse cuenta cabal de su desventura. Al llegar la hora de sus entrevistas con Pedrañera, se encaminaba al cenador, de puntillas, dando atrás el rostro, procurando no hacer crujir la arena, guardando precauciones iguales a las de aquel, para siempre desvanecido entonces. Caída contra el banco de césped, que sirviera de almohadón a su rendimiento, contaba los segundos; valíase para ello del tic-tac de su corazón. Poco a poco su cabeza iba desmayando en el pecho, la luz se apagaba en sus ojos, la esperanza en su espíritu. Dos lágrimas, cuajando entre los párpados, se tendían, sobre ellos, para transparentar la contracción dolorosa de las pupilas. Después se recogían, oscilaban en el pestañal y caían de golpe. Otras dos lágrimas cuajaban lentamente en el espacio que las caídas dejaron libre....
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