Grandes esperanzas: 14
Grandes esperanzas de Charles Dickens Capítulo XIV Es cosa muy desagradable el sentirse avergonzado del propio hogar. Quizás en esto haya una negra ingratitud y el castigo puede ser retributivo y muy merecido; pero estoy en situación de atestiguar que, como decía, este sentimiento es muy desagradable. Jamás mi casa fue un lugar ameno para mí, a causa del carácter de mi hermana. Pero Joe santificaba el hogar, y yo creía en él. Llegué a tener la ilusión de que la mejor sala y la más elegante era la nuestra; que la puerta principal era como un portal misterioso del Templo del Estado, cuya solemne apertura se celebraba con un sacrificio de aves de corral asadas; que la cocina era una estancia amplia, aunque no magnífica; que la fragua era el camino resplandeciente que conducía a la virilidad y a la independencia. Pero en un solo año, todo esto cambió. Todo me parecía ordinario y basto, y no me habría gustado que la señorita Havisham o Estella hubiesen visto mi...
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