Gotas de Sangre: 31
Gotas de Sangre (Crímenes y criminales) de Luis Bonafoux La Muleta del ajenjo El bandido Pradines, cuya posada de Langon se conoce en Burdeos con el nombre de Posada sangrienta, por los numerosos asesinatos que cometieron en ella Pradines, su mujer Lucía y unos cuantos forajidos de la misma catadura, ha tratado de excusarse con una frase divina. -Yo soy el mejor de los hombres -ha dicho al juez- cuando estoy en ayunas; pero si tengo una copa de más, me convierto en un demonio. ¡Maldito ajenjo!... Mire usted, señor juez; yo no comprendo que en un país civilizado no se prohíba el ajenjo, que es la llaga de las poblaciones. El juez que entiende en el proceso de Juana Weber -por fin arrestada- ha oído decir que la ogresa bebía ajenjo y cuando se ajenjaba no tenía más remedio que asfixiar una criatura. Casi todos los criminales dicen lo mismo: -Yo, señor juez, soy un cordero; pero en tomando unos ajenjos me convierto en una pantera de Java, y veo rojo. ¡Maldito...
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