Galope súbito
A veces cruza mi pecho dormido una alada magnolia gimiendo, con su aroma lascivo, una campana tocando a fuego, a besos, una soga llanera que enlaza una cintura, una roja invasión de hormigas blancas, una venada oteando el paraíso jadeante, alzado el cuello hacia el éxtasis, una falda de cámbulos, un barco que da tumbos por ebrio mar de noche y de cabellos un suspiro, un pañuelo que delira bordado con diez letras y el laurel de la sangre, un desbocado vendaval, un cielo que ruge como un tigre, el puñal de la estrella fugaz que sólo dos desde un balcón han visto, un sorbo delirante de vino besador, una piedra de otro planeta silbando como la leña verde cuando arde, un penetrante río que busca locamente su desenlace o desembocadura donde nada la Bella Nadadora, un raudal de manzana y roja miel, el arañazo de la ortiga más dulce, la sombra azul que baila en el mar de Ceilán, tejiendo su delirio, un clarín victorioso levantado hacia el alba, la doble alondra del color del...
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