Fortunata y Jacinta: 2.03.04
IVParte Segunda (Capitulo III) de Benito Pérez Galdós Este símil hubo de impresionar vivamente a la gran doña Lupe, que contempló un rato a su sobrino con más lástima que ira. «Yo me he llevado chascos en mi vida -dijo meneando la cabeza como los muñecos que tienen un alambre en el pescuezo-; pero un chasco como este no me lo he llevado nunca. Me la has dado completa, a fondo, de maestro... Cierto que no tengo poder sobre ti... Si te pierdes, bien perdido estás. No me vengas a mí después con arrumacos. Te crié, te eduqué, he sido para ti una madre. ¿No te parece que debías haberme dicho: 'pues tía, esto hay'?». -Cierto que sí -replicó vivamente Maximiliano-, pero me daba reparo, tía. Ahora que me he soltado paréceme la cosa más fácil del mundo. De esta falta le pido a usted perdón, porque reconozco que me porté mal. Pero se me trababa la lengua cuando quería decir algo, y me entraban sudores... Me acostumbré a no hablar a usted más que de si me dolía...
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