Enrique IV: Segunda parte, Epílogo
Enrique IV
Segunda parte: Epílogo
de William Shakespeare
EPÍLOGO
DICHO POR UN BAILARÍN
Primero, mi temor; luego mi reverencia, último, mi discurso. Mi temor, es vuestro desagrado; mi reverencia, mi homenaje y mi discurso, mi disculpa. Si ahora esperáis un buen discurso, estoy perdido; porque lo que tengo que decir, es de mi propia cosecha; y lo que debo decir será, a la verdad, en mi propio perjuicio. Pero al grano y a la buenaventura... Sabréis, pues (como bien lo sabéis) que me encontraba aquí al final de una pieza desgraciada, para pediros paciencia para ella y prometeros una mejor. Pensaba, a la verdad, cumplir mi promesa con esta; pero, si, como una mala operación, no tiene éxito, quiebro y vosotros, mis amables acreedores, perdéis. Prometí que aquí estaría y aquí entrego mi persona a vuestra merced. Rebajad vuestro crédito y os pagaré una parte, haciéndoos promesas infinitas, como lo hacen muchos deudores.
Si mi lengua no alcanza a induciros a...
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