El Zarco:Capítulo XXI
El ZarcoCapítulo XXI: La orgía de Ignacio Manuel Altamirano Pasaron así algunos días que árecieron siglos a Manuela, siglos de aburrimiento y de tristeza. Érale imposible ya habituarse a aquella existencia entre los bandidos, puesto que a medida que el Zarco la trataba con mayor intimidad, siendo ya su querida, sentía mayor despego hacia él, despego complicado con una especie de miedo o de horror al hombre que había podido arrastrarla hasta aquel abismo. Por una necesidad de su nueva vida, Manuela había tenido que entablar relaciones si no de amistad, al menos de familiaridad con aquellas mujeres que habitaban la capilla con ella, y aun con las queridas de los otros bandidos que vivían en otra parte. Entre ellas hacía distinción de una, no porque fuese menos perversa, sino porque conocía muy bien Yautepec, donde había residido muchos años, y le hablaba siempre de personas que le eran conocidas, de doña Antonia, de Pilar, de Nicolás, sobre todo de Nicolás, a...
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