El Zarco:Capítulo V
El ZarcoCapítulo V: El Zarco de Ignacio Manuel Altamirano A la sazón que esto pasaba en yautepec, a un costado de la hacienda de Atlihuayan, y por un camino pedregoso y empinado que bajaba de las montañas, y que se veía flanqueado por altas malezas y coposos árboles, descendía poco a poco y cantando, con voz aguda y alegre, un gallardo jinete montado en brioso alazán que parecía impacientarse, marchando tortuosamente en aquel sendero en que resonaban echando chispas sus herraduras. El jinete lo contenía a cada paso, y en la actitud más tranquila, parecía abandonarse a una deliciosa meditación, cruzando una pierna sobre la cabeza de la silla, como las mujeres, mientras que entonaba, repitiéndola distraído, una copla de una canción extraña, compuesta por bandidos y muy conocida entonces en aquellos lugares: Mucho me gusta la plata, pero más me gusta el lustre, por eso cargo mi reata pa la mujer que me guste. El jinete, caminando así a mujeriegas, no parecía...
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