El tesoro de Gastón: 03
Capítulo III 03 Pág. 03 de 15 El tesoro de Gastón Emilia Pardo Bazán La revelación -¡Qué miedo he pasado de morirme antes que tú volvieses de ese París! -exclamó la anciana subrayando con tedio el nombre de la capital francesa-. ¡Lo que he rezado a santa Rita para que me conservase la vida unos días más! -¡Pero, tía, si está usted para vivir cien años! -afirmó Gastón chanceramente. Doña Catalina clavó en el rostro de su sobrino los negrísimos ojos, lo único que sobrevivía en su semblante momificado, con extraordinaria expresión, sobrehumana casi. -A la lámpara se le acaba el aceite -dijo en voz sorda-, pero la misericordia divina no ha permitido que la muerte me sorprenda. Sé de cierto que se acerca la hora... -Vamos, tiíta, aprensiones... Me ha de enterrar usted a mí y pedir para que me admitan en la gloria -insistió el sobrino. -No lo digas a nadie, hijo mío -prosiguió la reclusa sin atenderle-. Sólo a ti y al confesor lo...
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