El Señor de Bembibre:36
El Señor de Bembibre Capítulo XXXVI de Enrique Gil y Carrasco Al día siguiente muy temprano, y cuando su hija descansaba todavía, salió el señor de Arganza para Francia sin más que el vicio Nuño y otro criado. Ambos entrados en años y, por consiguiente, quebrantados, estaban sostenidos, sin embargo, por un mismo sentimiento, que si en el uno se podía explicar por el arrepentimiento y ternura paternal, en el otro venía a ser lealtad acendrada, y en entrambos ciega inclinación a aquella joven digna de mejor suerte. No quiso don Alonso despedirse de ella, siguiendo el cuerdo consejo del físico, para no agitarla más con una escena siempre triste, pero en aquella ocasión mucho más. Así pues, la partida se verificó a las calladas, acompañando al viajero el abad y el señor de Bembibre un buen trecho de camino. Cuando hubieron de separarse, don Alonso los abrazó estrechamente, encargándoles el cuidado con su hija querida, y sobre todo que distrajesen su ánimo de...
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