El Señor de Bembibre:32
El Señor de Bembibre Capítulo XXXII de Enrique Gil y Carrasco En medio de la tremenda tormenta que la envidia por un lado, la codicia por otro y la superstición e ignorancia por casi todos, habían levantado contra el Temple, la península puede gloriarse de que su santuario se conservó exento del contagio de aquellos torpes y groseros errores, y de aquellas pasiones ruines y bastardas. Sobrado se les alcanzaba a sus obispos la fuente de males que tal vez hubiera podido abrirse en Europa de la conservación y crecimiento de aquella orden decaída de su antigua pureza y virtud, y convertida a los ojos del vulgo en piedra de reprobación y de escándalo; pero, como cristianos y caballeros, respetaban mucho a sus individuos, y no desmintieron la noble confianza que en ellos había puesto don Rodrigo Yáñez. Vanas fueron las prevenciones con que Aymerico, inquisidor apostólico y comisionado del Papa para acompañar a los arzobispos de Toledo y Santiago, entró en aquel juicio...
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