El saludo de las brujas: 20
El saludo de las brujas Segunda parte - Capítulo VIII de Emilia Pardo Bazán Monárquica Fue servido Felipe a medida de su recóndito deseo; Rosario y Miraya le empujaron, le estimularon, pacientes y optimistas, anunciándole toda clase de bienes, tolerando en silencio sus arranques de enojo. A la hora señalada, tal vez minutos antes, Felipe subía al coche y tomaba las riendas, con Esteban al lado, por precaución: Miraya había preferido el cómodo asiento interior, sin responsabilidades. Así, erguido en el estrecho pescante, con la irreprochable corrección de su traje claro, con la distinción enteramente moderna y afinada de su cabeza y de su actitud, con la diminuta boutonnière blanca y roja florecida en su ojal, con la ortodoxa posición de sus manos, que calzaba flexible guante de amarilla gamuza -antes que heredero de una corona y que sale a buscarla, parecía Felipe uno de tantos de esa clase numerosa, mal definida, en que caben desde el caballero de industria...
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