El saludo de las brujas: 03
El saludo de las brujas Primera parte - Capítulo II de Emilia Pardo Bazán El hijo Por corto espacio calló Felipe María, recogiéndose, en actitud del que medita y delibera. Después, como embelesado, fijos los ojos en la alfombra, exclamó: -¡Conque me ofrecen la corona de Dacia! Es preciso confesar que la suerte tiene caprichos bien extraños. ¡Lejos estaba yo de esperar semejante oferta! -Dios -dijo gravemente el duque de Moldau- se complace en ocultarnos el porvenir. Vuestra Alteza ha pasado en la desgracia sus años juveniles: era una escuela donde se educaba, a fin de que la prosperidad le encontrase preparado, ceñidos los riñones y revestido el corazón de fortaleza. -Ni he vivido en la desgracia, señor Duque, ni puede esperar de mí bienes ni males el país donde mi padre reina. Aprecio muy de veras la lealtad que impulsa a la comunión política que usted dirige... y usted, señor Miraya, hágase intérprete con el eminente repúblico Stereadi de mi sincera...
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