El sabor de la tierruca: 25
El sabor de la tierruca-XXV: Miel sobre hojuelas de José María de Pereda El temporal siguió reinando hasta cerca de media noche. A esa hora se corrió el viento al Norte; cesó el agua, rasgáronse los nublados, fuéronse adelgazando por momentos; y cuando apareció el sol del nuevo día, desplegó el lujo de sus rayos en un cielo sereno, azul y limpio como el cristal de un espejo. Pero la brisa terral era fría y húmeda; los tejados de Cumbrales relucían; los hardales goteaban; las callejas eran charcos; las praderas brillaban como sartas de rica pedrería, y comenzaba a oírse por las barriadas del pueblo el clan, clen, de las herradas almadreñas de los transeúntes, entre los que apenas se veía uno sin negros cardenales o arañazos en la cara, muestras dolorosas de la refriega del día anterior. A media mañana salió Pablo de su casa en dirección a la de Nisco, a cuyo lado había permanecido la noche antes con Catalina, que no se apartaba un punto de allí, hasta...
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