El sabor de la tierruca: 10
El sabor de la tierruca-X: Los humos de Nisco de José María de Pereda Nisco llegó a casa de Pablo después que éste había entrado en la de don Juan de Prezanes. Subió el hijo de Juanguirle sin llamar, como era su costumbre, derecho al cuarto de su amigo. Al pasar por delante de la puerta de la sala, oyó que le decían desde el fondo de ella: -Pablo ha salido. Era la voz de María. Conociola el mozo, retrocedió dos pasos y se colocó en el hueco de la puerta, sombrero en mano, enfrente de la joven que cosía sentada cerca del balcón. -En ese caso -dijo Nisco algo atarugado y después de hacer una exagerada reverencia-, me marcharé. -Si no quieres esperarle... -añadió María, respondiendo a la reverencia con una sonrisa. -Pues le esperaré, ya que usted se empeña, -replicó Nisco. Y se sentó, con mucho tiento y grave parsimonia, en la silla más cercana. María volvió a sonreírse, y continuó cosiendo. Nisco, con el sombrero en la diestra y ésta sobre la rodilla,...
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