El Príncipe y el mendigo : 33
El Príncipe y el mendigoCapítulo XXXIIIEduardo como rey de Mark Twain Miles Hendon ya era bastante pintoresco antes de meterse en el motín del Puente de Londres, pero lo era mucho más cuando salió de él. Tenía poco dinero al entrar, pero nada en absoluto al salir. Los raterillos lo habían despojado hasta de su último cuarto de penique. Pero no importaba, con tal de que encontrara a su niño. Siendo soldado, no se dio a la tarea de manera improvisada, sino que empezó antes que nada por disponer su plan de campaña. ¿Qué haría el niño instintivamente? ¿Adónde se dirigiría primero? Bueno –argüía Miles–, iría instintivamente a sus primeras guaridas, porque tal es el instinto de los espiritus perturbados, cuando se ven sin hogar y desamparados, lo mismo que de los espíritus cuerdos. ¿Dónde estaban sus primitivas guaridas? Sus andrajos y el villano que parecía conocerlo, y que incluso pretendía ser su padre, indicaban que su hogar estaba en uno u otro de...
Está viendo el 5% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas