El parásito del tren: 1
none Pág. 1 de 4 El parásito del tren Vicente Blasco Ibáñez -Si -dijo el amigo Pérez a todos sus contertulios de café-; en este periódico acabo de leer la noticia de la muerte de un amigo. Sólo lo vi una vez, y, sin embargo, lo he recordado en muchas ocasiones. ¡Vaya un amigo! Lo conocí una noche viniendo a Madrid en el tren correo de Valencia. Iba yo en el departamento de primera. En Albacete bajo el único viajero que me acompañaba, y al verme solo, como había dormido mal la noche anterior, me estremecí voluptuosamente contemplando los almohadones grises. ¡Todos para mí! ¡Podía extenderme con libertad! ¡Flojo sueño echar hasta Alcázar de San Juan! Corrí el velo verde de la lámpara y el departamento quedó en deliciosa penumbra. Envuelto en mi manta, me tendí de espaldas, estirando mis piernas cuanto pude con la deliciosa seguridad de no molestar a nadie. El tren corría por las llanuras de la Mancha, áridas y desoladas. Las estaciones estaban a...
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