El corazón de la mujer: 04
I A los diez y seis años era yo una dichosa niña llena de vida y alegría. Era mi padre español de nacimiento y energúmeno defensor del rey. Crecí en medio de las comodidades y enseñada a hacer mi voluntad: un capricho mío se cumplía como una ley; mi madre era mi esclava en todo, y aunque frecuentemente mi padre pretendía reñirme, siempre hacía cuanto yo deseaba. No había fiesta, ni diversión de la cual no hiciera parte, y en nuestro círculo de relaciones mandaba como una reina.
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