El clavo :11
- XI -Fatalidad Al día siguiente fui a visitar a mi nueva amiga a la Fonda de los Siete Suelos de la Alhambra. La encantadora Mercedes me trató como a un amigo íntimo, y me invitó a pasear con ella por aquel edén de la Naturaleza y templo del arte, y a acompañarla luego a comer. De muchas cosas hablamos durante las seis horas que estuvimos juntos; y, como el tema a que siempre volvíamos era el de los desengaños amorosos, hube de contarle la historia de los amores de mi amigo Zarco. Ella la oyó muy atentamente, y, cuando terminé; se echó a reír, y me dijo: -Señor don Felipe, sírvale a usted eso de lección para no enamorarse nunca de mujeres a quienes no conozca... -No vaya usted a creer -respondí con viveza- que he inventado esa historia, o se la he referido, porque me figure que todas las damas misteriosas que se encuentra uno en viaje son como la que engañó a mi condiscípulo... -Muchas gracias... pero no siga usted -replicó, levantándose de pronto-. ¿Quién duda...
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