El botones
Tipo lamentable de la sociedad moderna... A la puerta del hotel, en la antesala del club, en la redacción del periódico, en cualquier oficina o centro social, veréis al muchacho de menguada talla, vestido con un uniforme elegante, estilo británico: una chaquetilla que acaba en una punta sobre el vientre y en otra al final de la espalda. Abróchase esa chaquetilla con doble fila de botones dorados. Y el traje ha dado nombre a la criatura. Se le llama el «botones». En las antiguas costumbres, todo servidor era llamado por su apelativo bautismal... Pepe... Juan... Lucas... Ahora no... -¡Qué venga el «botones»!... Y el «botones» aparece con su gorrito en la mano, se cuadra militarmente y espera la orden. El «botones» de que voy a hablar, formaba parte de la servidumbre de uno de estos círculos nuevos en los que el gran negocio es la ruleta, el bacará o el monte; en suma, la pasión desenfrenada, el oro que impera en las muchedumbres contemporáneas. Llamábase Eustaquio....
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