El Anticristo:62
LXII He llegado al final y pronuncio mi veredicto. Declaro culpable al cristianismo, formulo contra la Iglesia cristiana la acusación más terrible que ha sido formulada jamás por acusador alguno. Se me aparece como la corrupción más grande que pueda concebirse; ha optado por la máxima corrupción posible. La Iglesia cristiana ha contagiado su corrupción a todas las cosas; ha hecho de todo valor un sin valor, de toda verdad una mentira y de toda probidad una falsía de alma. ¡Como para hablarme de sus beneficios “humanitarios”! Abolir un apremio, cualquiera que fuese, era necesario a su más fundamental conveniencia; vivía ella de apremios; creaba ella apremios para perpetuarse... ¡Con el gusano roedor del pecado, por ejemplo, la Iglesia ha obsesionado a la humanidad! La “igualdad de las almas ante Dios”, esa patraña, este pretexto para las rancunes de todos los hombres de mentalidad vil, este concepto-explosivo que por último se ha traducido en revolución, idea...
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