El Anticristo:50
L Insisto en este lugar en un análisis psicológico de la “fe”, de los “fieles”; en beneficio, como es natural, precisamente de los “fieles”. Si hoy no faltan quienes no saben que ser un “creyente” es indecente, o bien un síntoma de décadence, de impulso vital quebrado, mañana ya lo sabrán. Mi voz llega también a los oídos duros. Parece, si no he oído mal, que entre los cristianos hay un afán de la verdad que llaman “la prueba de la fuerza”. “La fe salva; luego ella es cierta.” Cabe objetar a esto, por lo pronto, que precisamente eso de que la fe salva no está demostrado, sino tan sólo prometido: la bienaventuranza está supeditada a la “fe”, los fieles han de alcanzar la bienaventuranza en virtud de su fe... Pero ¿cómo puede demostrarse que efectivamente se cumple lo que el sacerdote promete a los fieles respecto al “más allá”, sustraído a toda verificación? De suerte que la presunta “prueba de la fuerza” no es, a su vez, sino...
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