El amigo Manso: 37
El amigo Manso Capítulo XXXVII de Benito Pérez Galdós Capítulo XXXVII - Anochecía La propia doña Cándida trajo en sus venerables manos una luz con pantalla, y poniéndola sobre la mesa, me dijo con voz temerosa y cascada: «Ya se ha ido... ¡Jesús!, yo creí que íbamos a tener función gorda... Pero ambos sois muy prudentes, y entre buenos hermanos... La pobre niña...». -¿Qué? -Le ha entrado fiebre; pero una fiebre intensa. Ya la hemos acostado. ¿Quieres pasar a verla?... Se ha calmado un poco; pero hace un rato deliraba y decía mil disparates. -Que suba Miquis. -Le hemos dado un cocimiento de flor de malva. Creo que le conviene sudar. Anoche debió constiparse horriblemente cuando aquella alarma de los ladrones... -Que suba Miquis... -Creo que no será preciso. Siéntate. Parece que estás así como perplejo. Delirando hace un rato, Irene te nombraba. -Pero que suba Miquis... -Le llamaremos si es preciso... ¿Quieres entrar a verla? Parece que duerme ahora....
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