El amigo Manso: 33
El amigo Manso Capítulo XXXIII de Benito Pérez Galdós Capítulo XXXIII - ¡Dichoso corazón humanitario! Eras un adminículo de universal aplicación, maquinilla puesta al servicio de los demás; eras, más propiamente, un fiel sacerdote de lo que llamamos el otroísmo, religión harto desusada. Si dabas flores, te faltaba tiempo para ponerlas en el vaso de la generosidad, abierto a todo el mundo; si echabas espinas, te las metías en el bolsillo del egoísmo, y te pinchabas solo... Esto pensaba, camino del Gobierno de provincia, lugar seguro para encontrar lo que hacía falta a mi ahijadito. Antes había tratado de ver a Augusto Miquis, joven y acreditado médico, amigo mío. No le encontré, pero sus amigos me dijeron que quizás le hallaría en el Gobierno civil. Afortunadamente estaba encargado del reconocimiento de amas. Esta feliz coincidencia me animó mucho; di por salvado a Maximín, y sin tardanza me personé en aquella paternal oficina, ejemplo que, con otros...
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