El amigo Manso: 10
El amigo Manso Capítulo X de Benito Pérez Galdós Capítulo X - Al punto me acordé de Irene La cual para el caso venía como de encargo. ¡Preciosa adquisición para mi familia y admirable partido para la huérfana! Contentísimo de ser autor de este doble beneficio, aquella misma tarde hablé a doña Cándida. ¡Dios mío, cómo se puso aquella mujer cuando supo que mi hermano con toda su gente estaba en Madrid! Temí que la sacudida y traqueteo de sus disparados nervios la ocasionaran un accidente epiléptico, porque la vi echar de sus ojos relámpagos de alegría; la vi retozona, febril, casi dispuesta a bailar, y de pronto, aquellas muestras de loco júbilo se trocaron en furia, que descargó sobre mí, diciendo a gritos: «Pero, soso, sosón, ¿por qué no me has avisado antes?... ¿En qué piensas? Tú estás en Babia». Yo sorprendí en su mirada destellos de su excelso ingenio, conjunto admirable de la rapidez napoleónica, de la audacia de Roque Guinart y de la...
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