Dos mujeres: 32
Capítulo XXXI 32 Pág. 32 de 34 Dos mujeres Gertrudis Gómez de Avellaneda Eran pasados pocos minutos después que Luisa y Elvira habían dejado a la condesa cuando llegó Carlos a su quinta. Había encontrado al coche por el camino, pero estaba muy distante de sospechar que en él fuese su mujer, la cual por su parte iba demasiado absorta en sus pensamientos para haber podido poner atención en un hombre a caballo que pasó junto al coche con dirección al sitio de donde venían. Catalina recibió a Carlos tranquila y casi risueña. Hacía mucho tiempo que Carlos no la veía así, y se regocijó pensando que al fin le era dado ofrecer a su desgraciada amiga todos los consuelos de que era capaz en la triste posición en que la colocaba. Aquel día no había sido apacible para Carlos. Al separarse de Luisa no sufría únicamente por el dolor que causaba. Su propio corazón le suministraba sobrada amargura: porque la quería aún, quería tiernamente a la pobre...
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