Doña Milagros: 07
Capítulo VI 07 Pág. 07 de 20 Doña Milagros Emilia Pardo Bazán El golpe de la pérdida de su madre influyó de modo muy diverso en cada una de mis hijas. Las que yo creí que se afligirían más (verbigracia, Tula, tan semejante a Ilduara, tan identificada con ella), fueron las que, por el contrario, conservaron bastante sangre fría; eso sí, Tula se manifestó dispuesta desde el primer instante a empujar las riendas del poder doméstico, y gobernarnos a todos, recogiendo la autoridad correspondiente a su derecho de primogenitura. Tampoco en Rosa -pagado el tributo de lágrimas que las mujeres no regatean a casos mucho menos lastimosos- duró la pena: los arreglitos, los fúnebres perifollos del luto la distrajeron, y no tardaron en volver a sus mejillas los sonrosados colores, y a sus ojos el radiante brillo. En Constanza no sé si he dicho que nada hacía mella, o por lo menos nada se exteriorizaba: era imposible averiguar cuándo a aquella criatura la...
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